El rincón de Jesús y Mariví

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HIMEJI

La ciudad de Himeji (姫路市 Himeji-shi) es una ciudad localizada en la prefectura de Hyōgo, Japón. Tiene un área de 534,27 km² y una población de 535.571 habitantes (2008).

Salimos muy pronto de Kioto y llegamos a la estación del tren en la ciudad de  Himeji. Frente a la estación se encuentra esta calle Otemae. Es la calle  principal de la ciudad que llega hasta el Castillo

Saliendo desde la estación, paseamos por esta calle de camino al castillo de Himeji. Es una gran avenida donde encontramos grandes centros comerciales, cafés y más tiendas. Lo mejor son las vistas del castillo a medida nos acercamos.

   

 La calle en sí está bastante concurrida con el tráfico de vehículos y es posible tomar un autobús a lo largo de la vía pública hacia el castillo. Pero disfrutamos el corto paseo por la acera limpia y ancha, y ocasionalmente nos detuvimos para mirar algunas de las estatuas de bronce de los escultores japoneses que se han erigido aquí en el camino.

     

El castillo de Himeji o Himeji-jō (姫路城), también llamado «castillo de la garza blanca», es uno de los castillos más espectaculares de todo Japón, uno de esos castillos que merece la pena ver en directo. Sus blancos muros, su arquitectura, sus caminos serpenteantes… Todo ello hacen de este castillo una visita imprescindible en Japón.

Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993 y Tesoro Nacional, el castillo de Himeji es uno de los tres castillos más famosos o populares de Japón, junto al castillo de Matsumoto y el castillo de Kumamoto  Es, además, una de las estructuras más antiguas del Japón del periodo Edo y uno de los 12 castillos originales que aún quedan en Japón.

El castillo de Himeji recibe el apodo de «la Garza Blanca» (Hakuro-jō o Shirasagi-jō, 白鷺城), como ya decíamos. Hay varias teorías que intentan explicar el origen del apodo, algunas hacen referencia al monte Sagiyama (literalmente «monte de la garza») donde se encuentra el castillo o a las garzas blancas que viven en la zona.

Para entrar a los terrenos del castillo de Himeji, tendremos que cruzar el puente Sakuramon y la puerta principal Otemon, dos reconstrucciones modernas.

La puerta original era impresionante y no tenía comparación con ninguna otra puerta del castillo en su momento. Desgraciadamente, lo que vemos hoy es una reconstrucción de 1938 siguiendo el estilo de triple techado y totalmente diferente a la puerta original del periodo Edo.

El puente Sakuramon, por su parte, es una reconstrucción de 2007 siguiendo el estilo de los típicos puentes de madera del periodo Edo.

  

Al cruzar la puerta Otemon llegaremos a la explanada del Sannomaru, desde donde podemos ver el castillo desde abajo, en todo su esplendor.

El Sannomaru era la tercera muralla o línea de defensa de los castillos japoneses. En el caso del castillo de Himeji, esta zona funciona en la actualidad como parque y punto fotográfico ideal para todos los visitantes. En primavera, cuando florecen los cerezos, la zona está más espectacular si cabe.

   

En esta explanada  encontramos una piedra tallada con el nombre del castillo y la enseña de Patrimonio de la Humanidad.

    

Una de las particularidades del castillo de Himeji es que la construcción que vemos en la actualidad es el edificio original, ya que sus muros nunca fueron destruidos por incendios, terremotos o guerras. Y esto es algo que, además de por su belleza, lo hace extremadamente popular.

De hecho, durante la Guerra del Pacífico en plena Segunda Guerra Mundial, cayeron varias bombas sobre la torre principal del castillo. Milagrosamente no llegaron a explotar, dejando el castillo intacto hasta nuestros días.

El origen del castillo lo encontramos en 1333, cuando el señor del distrito de Harima (actual región de Himeji) construyó un fuerte en la zona. En 1581, Toyotomi Hideyoshi construyó un castillo de tres pisos para defender la región de los conflictos.

Más tarde, en 1601, Ikeda Terumasa (yerno del shogun Tokugawa Ieyasu) desmanteló la torre principal para construir una nueva de cinco pisos y usó los materiales sobrantes para construir las torres menores.

A partir de ahí, el castillo pasó a ser una importante sede del gobierno feudal durante el periodo Edo. Y no sólo esto, sino que también fue cuartel del ejército imperial durante el periodo Meiji, momento en el que estuvo a punto de ser demolido. Pero por suerte para nosotros, esto no llegó a ocurrir.

El castillo de Himeji es un castillo del tipo hirayama-jiro, es decir, un castillo situado sobre una colina rodeada de llanuras y es un ejemplo perfecto de arquitectura de los castillos japoneses.

Es famoso, además de por su espectacular torre principal o tenshu, por su complicadísimo diseño defensivo lleno de puertas, pasadizos, cuartos secretos, muros y murallas. Todo este diseño, junto con otros elementos defensivos como el laberinto que llevaba hasta la torre principal, pretendían confundir a los invasores en su entrada al castillo y así poder atacarlos con más facilidad y rapidez.

   

La puerta Hishi-no-mon es la puerta situada entre el Sannomaru y el Ninomaru, es decir, entre la tercera y la segunda muralla o línea defensiva del castillo.

La puerta Hishi-no-mon tiene motivos y decoraciones del periodo Azuchi-Momoyama y es la mayor puerta del castillo en la actualidad. La puerta tiene ventanas de campana kato-mado y algunas celosías con decoraciones en lacado negro y papel de oro.  Como nota curiosa, también encontramos estas mismas decoraciones en las ventanas de campana de las torres secundarias, aunque las celosías de estas torres no llevan ninguna decoración.

    

Pasamos esta puerta y nos encontramos junto al Foso Sangoku

Pasada la puerta Hishi-no-mon llegamos al antiguo foso Sangoku-bori, situado estratégicamente entre el paseo principal del Ninomaru o segunda línea de defensa y los pasadizos secretos situados entre las puertas I-no-mon y Ro-no-mon.

   Si Seguimos avanzando, pasaremos tres puertas diferentes entre sí. La primera de ellas es la puerta I-no-mon, de madera y con una puerta más pequeña a un lado.

 

  La siguiente es La puerta Ro-no-mon, hecha en madera con decoraciones de varios tipos, una puerta más pequeña a un lado y muralla al otro.  Si nos fijamos en la muralla, veremos que las piedras tienen pequeños huecos entre sí. Estos huecos permitían atacar a los asaltantes del castillo sin ser vistos y sin que pudieran hacer gran cosa.

      

Finalmente, llegamos a la puerta Ha-no-mon, una típica puerta defensiva que por su diseño resultaba muy complicada de atacar. El interior de esta puerta se podía bloquear con piedras, haciendo casi imposible que el atacante pudiera abrirla.

A continuación llegamos a la puerta Ni-no-mon. Si nos fijamos en la zona superior del tejado con gabletes de estilo chino, justo en uno de los caballetes del extremo, veremos la teja jujimon-gawara o teja con una cruz. El origen de la cruz no está claro, aunque muchos lo relacionan con Kuroda Kambei, que era cristiano.

   

Entramos en la torre principal

La torre principal o tenshu es la imagen más conocida del castillo de Himeji. Con 30 metros de alto, a primera vista, parece que tuviera 5 plantas, pero en realidad tiene 6 plantas, pues una de ellas es subterránea. Al entrar, tendremos que quitarnos los zapatos y llevarlos con nosotros en una bolsa de plástico durante todo el recorrido.

En el pasado, antes de la restauración de la era Heisei (que se realizó entre 2009 y 2015), en el interior del castillo encontrábamos recreaciones que nos permitían imaginar cómo era la vida de los habitantes del castillo y de la Himeji del periodo Edo, dejándonos entrever, además, los diferentes usos de las estancias y torres.

Además, también había exposiciones de artículos originales y explicaciones varias sobre una de las épocas más importantes y famosas de la historia de Japón y una colección de las diferentes tejas con blasones que podíamos encontrar en el castillo.

Sin embargo, después de la restauración, el interior del castillo se vació, suponemos que como medida de seguridad para controlar el flujo de gente y evitar aglomeraciones. Ahora, todas esas exposiciones se encuentran en la zona de Nishi-no-Maru, al oeste del complejo principal.

Entendemos la medida, aunque lo que se consigue es que el interior del castillo pierda interés: uno no hace más que subir escaleras, sin apenas ver nada más; llega a la última planta, se hace fotos con el santuario que hay allí y del exterior y a bajar otra vez.

El castillo es, sin duda alguna, espectacular, pero al vaciarlo de exposiciones en su interior ha perdido algo de interés, sinceramente. Y es una pena porque el interior está maravillosamente conservado y en pocos castillos podremos ver interiores tan espaciosos originales del periodo Edo

   

Finalmente, llegaremos hasta la última planta desde la que podemos disfrutar de bonitas vistas de la ciudad. Eso sí, no se trata de un mirador abierto, como en otros castillos, sino que simplemente podremos mirar por las ventanas del último piso.

   

El castillo se construyó en el actual monte Himeyama, a 45,6 metros sobre el nivel del mar. La torre principal, símbolo del castillo, mide 46,4 metros de alto, lo que significa que está a 92 metros sobre el nivel del mar, ¡impresionante!

Gracias a su espectacularidad y a su parecido con el antiguo castillo de Edo, el castillo de Himeji se ha usado de escenario en muchos doramas históricos jidaigeki y en muchas películas que narran historias de los períodos Sengoku y Edo. Aunque también fue un campo de entrenamiento para ninjas en la película de James Bond «Sólo se vive dos veces».

   

También podemos fijarnos en los techos de toda la estructura, con tejas planas y rejas redondas, además de revoque o yeso blanco para cubrir las junturas y que le da a todo el conjunto ese diseño tan característico.

Si nos fijamos en las tejas de los extremos del caballete principal, el de bajada y el esquinero, llamadas tejas del diablo u onigawara, veremos que están decoradas con el emblema de la familia.

Estas tejas reciben este nombre porque originalmente se colocaba una máscara de demonio u oni para decorarlas, pero en el castillo de Himeji están decoradas con el emblema de la familia del castillo. De hecho, podemos encontrar hasta ocho emblemas diferentes, que muestran las obras de reparación y construcción que hizo cada señor del castillo en el pasado.

 

    

Una de los aspectos más importantes a tener en cuenta a la hora de construir un castillo era asegurar una fuente de agua potable. Si la fuente se encontraba fuera del castillo, existía el peligro de que los atacantes se hicieran con ella o la contaminaran. Por ello, era importante disponer de pozos dentro del propio castillo.

En el castillo de Himeji había 33 pozos, de los cuales todavía permanecen 11 de ellos. La profundidad varía según el pozo, habiendo algunos de hasta 20 metros de profundidad. El pozo Okiku es un ejemplo de estos pozos que mencionamos dentro del recinto del castillo.

Este pozo es conocido entre los japoneses por ser el que aparece en la historia de fantasmas Banshu Sarayashiki. En el siglo XVI, Aoyama Tetsuzan conspiró junto con Chonotsubo Danshiro para matar al señor del castillo Kodera Norimoto. Kinugasa Motonobu, leal a Norimoto, colocó a una joven llamada Okiku como sirvienta en casa de Aoyama para así poder descubrir sus intenciones.

Okiku confirmó los planes a Motonobu, por lo que Norimoto pudo escapar a la isla de Ieshima y evitar su asesinato. Sin embargo, Aoyama se hizo con el control del castillo y al enterarse de la traición de Okiku, la forzó a casarse con Danshiro.

Sin embargo, Okiku estaba enamorada de Motonobu, así que se negó. Danshiro, muerto de rabia y celos, intentó tenderle una trampa y acusarla de robo de uno de los diez platos preferidos del señor Aoyama, pero al no conseguir el favor de la chica, al final la mató y la tiró por un pozo.

Cuenta la leyenda que todavía hoy podemos oír la voz de Okiku desde el pozo contar los platos del señor: «un plato, dos platos, tres platos…»

 

Salimos por la Puerta Nu-No-Mon para regresar a la puerta que entramos. Encima de esta puerta se encuentra el patio occidental Nishi  No Maru

 

  

Encima de la puerta de entrada se encuentra Nishi  No Maru. Este es el patio occidental del castillo. Desde aquí se obtiene una vista fabulosa de la torre del homenaje principal del castillo. Merece la pena acercarse a esta parte del castillo sólo por las vistas.

  

   

Salimos del castillo y caminando a 10 minutos,  nos acercamos a los jardines Koko-en

Los jardines Koko-en fueron construidos en 1992 en el lugar exacto donde se encontraba la residencia Nishi-Oyashiki o residencia del oeste, justo al lado del castillo de Himeji.

Los jardines Koko-en (好古園), que a veces verás escrito Kokoen, son un complejo de nueve jardines tradicionales japoneses de gran belleza. Están situados justo al lado del castillo de Himeji, en Nishi-Oyashiki, la antigua residencia del oeste del señor feudal del castillo de Himeji. Y por su situación y su belleza, te recomendamos visitarlos junto con el castillo.

Los jardines son muy modernos, ya que fueron diseñados en 1992 para celebrar el centenario de la ciudad de Himeji. Pero se siguieron distintas técnicas de jardinería del periodo Edo para dar forma a cada uno de los nueve jardines. Además, todos ellos son diferentes entre sí y están separados por muros de lodo tradicionales.

Tal fue el nivel de atención al detalle, que los jardines se han usado en multitud de ocasiones como localización para películas y series de televisión de época. Puedes ver estos jardines en las películas Rurouni Kenshin de Otomo Keishi o la serie Abarenbo Shogun de TV Asahi, por sólo citar dos ejemplos.

        

El origen del nombre de los jardines Koko-en se encuentra en la escuela Koko-do o Escuela regional por la educación cultural y militar. Esta escuela fue establecida en 1692 por el clan Sakai de la actual prefectura de Gunma.

La escuela se trasladó al castillo de Himeji en 1749 y se convirtió en una importante escuela militar en la región. Según parece, en 1842 la escuela se encontraba cerca de donde se construyeron los jardines Koko-en, lo que motivó que la ciudad se inspirara en ella para dar nombre a los jardines.

El diseño y reparto de espacio de los nueve jardines de Koko-en se basó en la disposición original de las residencias y calles que había en la zona durante el periodo Edo. De hecho, los caminos o separaciones entre jardines están hechas de muros de lodo tradicionales llamados tsuiji-bei con tejas tradicionales en el extremo superior y puertas de madera.

Además, los distintos jardines están conectados por riachuelos, cascadas y estanques y mantienen siempre el castillo de Himeji como imponente telón de fondo o como precioso paisaje prestado, algo muy japonés.

Los jardines Koko-en están preciosos en cualquier época del año. En primavera y otoño hay iluminaciones especiales para disfrutar de las flores de cerezo y el cambio de color de las hojas, respectivamente.

Por otro lado, en verano puedes refrescarte en el intenso verde de sus árboles y arbustos y en invierno disfrutar de un paisaje blanco nevado completamente diferente. Además, dada su gran variedad de plantas y arbustos, siempre hay flores de las que disfrutar, como puedes comprobar en el calendario de floración de la web oficial de los jardines Koko-en.

Como curiosidad, estos jardines están hermanados con los jardines Ro Ho En de la ciudad estadounidense de Phoenix. Estos jardines se construyeron con la colaboración de la ciudad de Himeji y, en ellos, también hay una puerta tradicional, una casa de té, un estanque y una cascada.

 

Jardín de la residencia del señor

La visita comienza por el jardín de la residencia del señor, el mayor de los nueve jardines de Koko-en, que cuenta además con un gran estanque en el que viven unas 250 carpas.

Al cruzar la puerta tradicional de madera Yashiki-mon, verás el restaurante japonés Kassui-ken. En el restaurante puedes tomar alguno de sus sets de almuerzo (ente 1300 y 2500 yenes, aproximadamente) y disfrutar de las vistas al gran estanque y la cascada en un entorno inmejorable.

   

Desde aquí, cruzamos el pasadizo tradicional techado con suelo de ciprés japonés que te ofrece vistas preciosas del estanque. Se dice que el ruido de los pasos sobre el ciprés recuerda a los japoneses al sonido del taiko o tambor tradicional.

Al final del pasadizo techado llegarás a la casa de huéspedes Cho-on-sai desde donde hay una de las mejores vistas del estanque y la cascada.

 

     

      

Jardín de ceremonia del té Como su propio nombre indica, este jardín fue creado para disfrutar de una auténtica ceremonia del té japonesa. Es por ello que aquí tienes la casa de té Souju-an, una estructura de estilo sukiya-zukuri que fue diseñada y su construcción supervisada por el 15º Gran Maestro de té de la escuela Urasenke, Sen Soshitsu. En la casa de té Souju-an puedes tomar un té matcha y un dulce tradicional (500 yenes) mientras disfrutas de preciosas vistas a la torre principal del castillo de Himeji.

   

El jardín del arroyo  Es un jardín de estilo rural con un diseño natural, por el que pasear es todo un lujo. Justo en la entrada verás un pequeño gazebo de madera de estilo tradicional en el que puedes relajarte y disfrutar de las vistas. Eso sí, hay que descalzarse para poder entrar.

Jardín de los árboles de verano

El siguiente jardín es el jardín de los árboles de verano, en el que puedes disfrutar de un intenso verde en los meses más calurosos y de preciosos marrones, amarillos y rojos en otoño.

   

Jardín de los pinos

El jardín de los pinos pretende mostrar cómo es un típico bosque de pino rojo de la región del mar Interior de Seto. Además, en verano verás en las márgenes del riachuelo pequeñas orquídeas terrestres de garza, flor oficial y símbolo de la ciudad de Himeji. En un extremo del jardín, tienes la puerta de madera tradicional Nagaya-mon que termina de darle carácter y encanto.

    

Terminada la visita regresamos a la estación del tren de Himeji y en tren bala nos trasladamos a la ciudad de Hiroshima

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