El rincón de Jesús y Mariví

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MIYAJIMA

Miyajima (宮島) es una preciosa isla situada a las afueras de la ciudad de Hiroshima, en la región de Chugoku. Y aunque tiene mucho que ver, es conocida especialmente por el impresionante torii «flotante» del santuario de Itsukushima. Por su belleza natural, Miyajima fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996. Además, los japoneses consideran las vistas del gran torii de Itsukushima como uno de los tres paisajes más bellos de todo Japón. De hecho, el santuario es tan importante que la isla ha pasado a llamarse popularmente «isla del santuario» (que es la traducción de Miyajima), aunque su nombre real sea Itsukushima. Sólo el nombre del santuario nos recuerda el nombre real de la isla.

     

Según sales del Ferry por la primera calle paralela a la playa, el paseo del muelle, se encuentra nuestro hotel Sakuraya.

Salimos del hotel Sakuraya y por el paseo del muelle, paseamos por el camino más cercano a la playa de Miyajima, para ir acercándonos al gran torii del Santuario de Itsukushima. El torii está hecho de madera de alcanforero de 500 o 600 años de antigüedad. Esta madera es muy resistente a la descomposición y a los insectos, además de tener también madera de cedro y de ciprés. Aguanta las inclemencias del tiempo gracias a su construcción inteligente. Y es que su base no está profundamente anclada en el suelo marino, sino que se aguanta sobre seis pilares sujetos por siete toneladas de piedras situadas bajo los pilares del torii.

De hecho, uno de los puntos destacados de cualquier visita a Miyajima es disfrutar de la compañía de los ciervos de Miyajima, que pasean libremente por toda la isla y que puedes encontrar aquí y allá. Eso sí, recuerda que no podéis tocarlos ni tampoco darles de comer. Y es que, aunque son muy dóciles, son animales salvajes.

  

Antes de continuar tenemos que hacer un pequeña apunte sobre el nombre de la isla. En realidad, la isla se llama oficialmente Itsukushima, pero se la conoce popularmente como Miyajima o, traducido, «isla del santuario». Queda patente la importancia del santuario en el entorno de la isla.

El punto destacado de la isla es, sin ningún tipo de duda, el santuario de Itsukushima. Lo visitamos, más bien,  con marea alta.  En su interior se encuentra la deidad guardiana del mar y es un santuario precioso, con muchísimos detalles y recovecos además de su famoso gran torii flotante.

El santuario de Itsukushima es uno de los más bonitos y mejor preservados de todo Japón. Además de que es un precioso ejemplo de arquitectura tradicional en un entorno natural maravilloso como es la isla de Miyajima. La particularidad del santuario de Itsukushima es que está construido sobre el agua en la costa de la isla de Miyajima, en el mar interior de Seto.

Se cree que el santuario de Itsukushima fue fundado en el año 593, aunque no hay confirmación de su existencia hasta 811. Así que la historia sobre su creación no es del todo clara pero esto no afecta a su majestuosidad.

Lo que sí se sabe es que un incendio destruyó los edificios principales del santuario en 1207, por lo que fueron reconstruidos varios años después. Y de nuevo, el santuario volvió a sufrir otro incendio en 1223. Veinte años más tarde fueron reconstruidos de nuevo y así llegaron hasta nuestros días.

         

El complejo del santuario, formado por 37 edificios, resulta impresionante. Si además tienes en cuenta que en los alrededores del complejo hay 19 edificios más, con más razón. El santuario mantiene el estilo arquitectónico Shinden, típico del periodo Heian de la historia japonesa (de los años 794 a 1185).

A lo largo de la historia se han ido añadiendo nuevos edificios al complejo, como por ejemplo la pagoda de cinco niveles Gojūnotō, que se añadió en 1407. O la pagoda de dos niveles Tahōtō, añadida en 1523. Además, también se han ido añadiendo varios salones con altares para los dioses. En definitiva, uno de los santuarios más impresionantes de todo Japón y que merece sin duda una visita.

    

El complejo actual del santuario está formado, como decimos, por muchos edificios. Pero entre ellos destacan el salón principal Honden, el salón de plegarias Haiden y el salón de las ofrendas Heiden.

Además, por supuesto, tienes el gran torii de entrada y delante de él la plataforma para las ceremonias Hirabutai, donde se suelen realizar obras de teatro y otras artes escénicas tradicionales. De esta plataforma ceremonial salen dos pasillos hacia el este y el oeste, también sobre el agua. Estos pasillos unen los edificios secundarios con la parte central del santuario.

  

Estamos sentados delante de el Haraiden o salón de purificaciones. Este salón se usaba en el pasado durante los festivales mensuales y para las ceremonias de bugaku o antiguas danzas de la corte durante los días de lluvia.

 

El escenario que vemos ahora es una plataforma sobre el agua que conecta con los santuarios Kadomarodo y las plataformas para los músicos. No se sabe exactamente cuándo se construyó esta plataforma exterior. Y tiene, además, un aspecto curioso, ya que los cimientos están hechos de piedra y no de madera como en el resto del santuario. Desde el extremo, en el que verás la famosa lámpara tradicional Hitasaki, se suele tener una muy buena perspectiva del gran torii del santuario de Itsukushima.  Desgraciadamente, no serás el único que conoce este dato y es habitual ver gente haciendo cola para hacerse una foto en este punto.

 

 

El templo Daiganji, al que llegamos directamente nada más salir del santuario de Itsukushima . Se trata de un templo relacionado con la rama Koyosan del budismo Shingon, una bonita construcción de 1201-1203.

  

También conocido como Kikyozan Hokoin, hasta la Restauración Meiji (1868), este templo estuvo a cargo de la reparación y construcción del Santuario Itsukushima.
El fundador de este templo no se conoce, sin embargo, se sabe que el Sacerdote Ryokai y el Sacerdote Enkai han contribuido a la prosperidad del templo. Daiganji Temple está dedicado a Benzaiten, la diosa de la elocuencia, la música, la sabiduría y la riqueza, y es conocido como uno de los tres templos más famosos de Benzaiten

    

Gojunoto o la pagoda de cinco pisos (五重の塔) data de 1407, aunque el edificio actual es una restauración de 1533. Es una de las cinco pagodas de este tipo que todavía quedan en Japón. La pagoda mide 27,6 metros de alto y su diseño es principalmente japonés. Cuenta con decoraciones giboshi en la barandilla del primer piso y decoraciones de flores de loto en las barandillas del segundo al quinto piso. Además, el tejado está cubierto de tejas de corteza de ciprés recubiertas de lacado rojo.

El interior de la pagoda, que no está abierto al público, está decorado con motivos auspiciosos como una Kannon, un dragón, varias flores de loto o un sutra pintado en el techo. Además, la pagoda dispone de un pilar central que conecta el techo con el segundo piso y no llega hasta los cimientos, como sería habitual.

Asimismo, en los 16 pilares que conforman el primer piso se encuentran grabados los nombres de todos los que donaron dinero para su construcción y conservación, de los cuales 14 fueron mujeres.

Inicialmente, en el interior de la pagoda se encontraba consagrada la deidad de la medicina acompañada de los santos budistas Fugen y Monju.  Sin embargo, todas las imágenes fueron trasladadas al templo Daiganji durante el periodo Meiji. Por este motivo, hoy en día la visita a la pagoda se limita al exterior.

        

  

El salón Senjokaku

Justo al lado de la pagoda tienes el precioso salón de madera Senjokaku (千畳閣), literalmente «el salón de las 1000 esterillas». El nombre real del salón es santuario Toyokuni, pero recibió el apodo de salón Senjokaku por su amplio espacio interior, de aproximadamente mil esterillas de tatami de tamaño. No en vano, es la mayor estructura de este tipo de la isla de Miyajima.

El salón, declarado Bien de Interés Nacional en 1963, data de 1587. Es, por tanto, posterior a la pagoda que lo acompaña. Fue en aquel año cuando Toyotomi Hideyoshi, uno de los tres grandes unificadores de Japón, solicitó la construcción de un templo con una buena biblioteca budista. Hideyoshi quería rezar sutras en honor a los soldados fallecidos en las batallas durante la unificación de Japón.

Sin embargo, Hideyoshi falleció antes de que el salón se terminara. Y dado que fue Tokugawa Ieyasu quien luego subió al poder y no su hijo, como se pretendía, la construcción no se terminó nunca.  De haberse terminado, sería un maravilloso ejemplo de la llamativa arquitectura del periodo Azuchi-Momoyama. En cambio, nos encontramos hoy con un templo sin una entrada principal y un techo incompleto.

Hasta el periodo Meiji se encontraban consagrados aquí Amida Buda y dos santos budistas, Ana y Kasho-sonja. Pero a partir de este periodo, el templo se convirtió en un santuario sintoísta y se dedicó al alma de Toyotomi Hideyoshi.

Del techo y pilares del salón cuelgan todo tipo de recuerdos y artículos históricos de interés. Por ejemplo, en un pilar de la parte sur puedes ver un trozo de madera que se usó como medidor durante la reconstrucción del gran torii del santuario Itsukushima en 1873.

También hay multitud de tablillas con dibujos tradicionales o ema que decoraban en el pasado las paredes del santuario hasta el periodo Meiji, momento en el que fueron trasladadas aquí.

 

Tras bajar de la Pagoda nos encaminamos hacia el parque Momijidani, por la calle comercial Omotesand y la calle Machiya (町屋通り). Ambas están situadas entre el puerto de Miyajima y el mencionado santuario de Itsukushima.

La primera es una calle llena de restaurantes, puestos de comida y tiendas de souvenirs por la que pasear sin comprar nada se nos hará prácticamente imposible. La segunda es una calle tradicional, mucho más tranquila, pero que esconde un ambiente maravilloso y algunos restaurantes muy interesantes tras farolillos de papel.

Ia calle comercial Omotesand:  La calle surgió a finales del periodo Edo en una tierra reclamada al mar. Pero fue durante el periodo Showa (1926–1989) cuando se convirtió en lo que es hoy: el centro neurálgico de la zona del puerto de Miyajima. Por aquí es donde comenzaron a pasar todos los fieles y turistas que llegaban a la isla para visitar el santuario de Itsukushima, de ahí que surgieran tantas tiendas y restaurantes.

Gastronómicamente hablando, cuando alguien habla de Miyajima, a los japoneses lo primero que se les viene a la cabeza son las ostras. De hecho, en el ferry de camino a la isla o desde el mirador del monte Misen, por ejemplo, podemos ver fácilmente las granjas de ostras que rodean la isla. Las ostras de Miyajima son conocidas en todo el país, así que una visita a la isla no estará completa sin probar sus aclamadas ostras.

En la calle Omotesand hay varios puestos callejeros de ostras a la parrilla o yakigaki, así que no tenemos excusa. En la gran mayoría de ellos hay algunos bancos o taburetes donde sentarnos a degustar las ostras que acabamos de comprar. Y Como siempre decimos cuando hablamos de etiqueta, comer mientras andamos es de mala educación en Japón.

   

Continuamos por la calle Machiya para acercarnos al parque Momijidani donde se encuentra el teleférico

  

   

  

 

   

Caminamos por el parque Momijidani hasta la estación de Momijidani. Desde aquí  tomamos un teleférico de pequeñas cabinas (con capacidad para unas 8 personas) hasta la estación de Kayadani (10 minutos)

  

        

Desde el teleférico puedes disfrutar del maravilloso bosque primitivo del monte Misen, un bosque virgen que no ha sido tocado por el hombre y que para muchos es una especie de jardín botánico natural.  De hecho, el teleférico del monte Misen es el único teleférico del mundo que sobrevuela un lugar declarado Patrimonio de la Humanidad.

          

        

En Kayadani cambias a un teleférico con cabinas de mayor capacidad (para unas 30 personas cada una) hasta la estación de Shishiiwa (4 minutos). Shishiiwa es el final del trayecto y a partir de aquí, ya sólo se puede continuar a pie la subida.

Todo esto surge cuando el doctor A. Engler, profesor de la Universidad de Berlín y director del jardín botánico de Berlín visitó Miyajima en 1913. Engler quedó impresionado por las plantas que descubrió en el bosque primitivo del monte Misen, claves para conocer más sobre la evolución de las plantas.

Gracias a su recomendación, el bosque primitivo del monte Misen fue declarado monumento natural en 1929. Posteriormente, fue incluido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996 junto al santuario Itsukushima.

Ten en cuenta que el teleférico del monte Misen te acerca hasta los 433 metros de altitud. El resto de camino hasta la cima del monte tienes que hacerlo a pie por un camino de escalones de piedra irregulares, aunque precioso. No hay posibilidad de hacer este último tramo de otra manera que no sea a pie, así que usa un calzado cómodo y a por ello.

Cerca de la estación término de Shishiiwa, a 433 metros sobre el nivel del mar, hay un mirador con bonitas vistas del mar Interior de Seto. Desde aquí, puedes ver la isla de Konasamijima, que en el pasado era un lugar de veraneo típico de la gente de Hiroshima o la isla de Ninoshima, famosa porque si es vista desde Hiroshima parece tener un pequeño monte Fuji.

     

También se puede ver la isla de Atatajima, famosa por sus aguas ricas para la pesca y la isla de Etajima, conocida por tener una academia naval que fue importantísima hasta la Segunda Guerra Mundial.

Otras islas que puedes ver son la isla de Nomishima, conectada con la anterior y de gran importancia naval; la isla privada de Onasamijima, totalmente desierta y rodeada de granjas de ostras y la isla de Okurokamijima, la mayor isla no habitada del mar Interior de Seto.

 

Descendimos andando hasta el templo de Daishoin

  

 

Daishōin o Daisho-in (大聖院) es uno de los templos más importantes del budismo Shingon. Se encuentra en la base del monte Misen, y se dice que el fundador de la secta, Kōbō Daishi, inició por primera vez allí la práctica del budismo.

De camino a la cima del monte Misen, se encuentra el templo budista Daishoin. Éste, ejerce como sede de la rama Omuro de escuela Shingon del budismoEs el templo budista más distinguido de la isla, y estuvo hasta la Restauración Meiji (1868), a cargo administrativo de los eventos y ceremonias del Santuario de Itsukushima.

Su historia se remonta al año 806, cuando el monje Kukai (conocido como Kobo-Daishi) empezó su construcción. Éste fue uno de los monjes más famosos de la escuela Shingon en Japón. Kukai fue también quien se encargó de alzar la pagoda del templo de Toji en Kioto. El templo cuenta con muchos edificios, estatuas de buda y representaciones de los siete dioses de la suerte; así como muchísimos rincones con vistas magníficas y secretos, que sólo se pueden descubrir paseando tranquilamente por sus caminos

 

   

   

 

   

En el edificio Kannon-do se encuentra esta estatua de la diosa de la misericordia

       

Un poco más adelante nos llamó la atención una imponente estatua con alas y una gran nariz. Se trata de Tengu, deidad a la que se atribuyen poderes sobrenaturales y que no pueden faltar en los lugares sagrados de la montaña.

   

   

   

También está la Cueva Henjokutsu, dedicada a la peregrinación de los 88 templos de Shikoku. Hay múltiples farolillos y estatuas de Buda

  

  

Paseando por el recinto íbamos encontrando elementos de los ritos budistas como piletas con agua para purificarse o cajas para hacer ofrendas, así como estatuas de diferentes deidades todo en perfecta sintonía con la naturaleza

El templo destaca por la gran cantidad de estatuas de piedra que por momentos parecen multiplicarse en los diferentes altares y senderos. Incluso en la fuente del templo hay una hilera de figuras de la Bodhisattva Jizo a las que la gente va echando agua a la cabeza para obtener buena suerte.

   

         

   

 

Durante la bajada por las escaleras de piedra se puede realizar un típico ritual budista que consiste en hacer girar los rollos de metal en los que hay escritos una serie de sutras ya que, según se dice, hacer girar dichos rollos causa el mismo efecto que recitar los sutras.

Cuando vayas a bajar, no lo hagas por las escaleras principales, utilizas las escaleras situadas a la derecha y baja a través de un camino repleto de estatuas jizo (figuras de piedra como deidad protectora de los niños y la maternidad típicas de templos budistas). Algunas de ellas llevan gorritos de lana y los visitantes le dejan pulseras y collares.

Estas figuras de piedra representan a los discípulos de Buda. Se encuentran en el camino de acceso al templo Daisho-in, en la isla japonesa de Miyajima y llevan puestos gorros de lana porque es una tradición en este lugar. Son una ofrenda de los visitantes que acuden al templo.

Existe un cuento infantil muy popular en todo el país que narra la historia de un artesano que tejía gorros de lana para venderlos en el mercado, pero un día de invierno que la nieve había cortado los caminos, se quedó atrapado en este lugar y decidió utilizar sus gorros para cubrir las cabezas desnudas de estas estatuas. Ellas se lo agradecieron tiempo más tarde inundando su casa de regalos.

Las figuras rakan se encuentran a la entrada de numerosos templos en esta región. Las que ves en la imagen fueron talladas a mano entre 1780 y 1820, y no hay dos iguales.

   

 

Con la visita del templo budista de Daishoin regresamos hacia el puerto de esta isla para embarcar en el ferry

    

     

Ya estamos por el paseo del muelle, la misma calle donde teníamos el hotel y continuando por esta calle llegamos al muelle del puerto donde se coge el ferry

   

Llegamos a el muelle y el ferry está esperando. Embarcamos y navegamos

     

     

El trayecto en ferry es cortito, pero se disfruta de unas vistas preciosas del torii y del santuario de Itsukushima ya desde el ferry,  como vemos en este trayecto de vuelta de Miyajima.

   

 

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