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TOLEDO CAPITAL Toledo es un municipio y ciudad española, capital de la provincia homónima, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Con una población de 85 449 habitantes (INE 2021), se trata del tercer municipio más poblado de la región. El casco histórico está situado en la margen derecha del Tajo, en una colina rodeada por un pronunciado meandro. El término municipal incluye dos barrios muy separados del núcleo principal: el de Azucaica, en la orilla derecha del río, y el de Santa María de Benquerencia, situado prácticamente enfrente del anterior en la margen izquierda.
Comenzamos el recorrido desde el Puente de San Martín: Es una construcción bajomedieval, ejemplar de arquitectura militar, que se levanta sobre el río Tajo, a su paso por Toledo, en su parte occidental, opuesto al puente de Alcántara. Fue construido originalmente en el S. XIII, tomando el nombre de la parroquia de San Martín, a cuya jurisdicción pertenecía. En su construcción es probable que se tomara como modelo el puente de Alcántara, aunque tuvieron que proyectarse más ojos por la mayor anchura del Tajo en este punto de su curso. A mediados del S. XIV, hacia 1355, Pedro I de Castilla habría prendido fuego a las puertas del puente y en 1368 volvió a sufrir daños. Fue restaurado por el arzobispo Pedro Tenorio, hacia 1390, que hizo construir el gran arco central y los dos torreones almenados de los extremos.
El puente es todo de sillería constando de cinco arcos ligeramente apuntados, mucho más grande el central. El torreón más alejado de la ciudad es de planta exagonal, organizada interiormente en espacios cubiertos por bóvedas nervadas realizadas en ladrillo. En su fachada se encuentra una escultura de San Julián. Durante el reinado de Carlos II de España se reformó, ensanchándose sus accesos, y un siglo más tarde se pavimentó. De ambas reformas queda una inscripción en el muro interior del torreón de entrada, con el escudo imperial flanqueado por dos reyes sedentes.
Subimos por la Bajada de San Martín y llegamos a la Puerta del Cambrón: Ha sido testigo mudo de muchos acontecimientos de la ciudad y es hoy uno de los monumentos más curiosos de Toledo no solo por el nombre, sino por su sólida construcción y también por su historia. Denominada también «de los judíos», (por ser la principal entrada a la judería toledana) y de «de Santa Leocadia» (por haber sido dedicada a esta santa después de su reconstrucción tras la expulsión de los judíos, 1492). Lo más seguro es que debe su nombre al crecimiento de una zarza espinosa «lycium europaeum» en los alrededores e incluso en las ruinas de sus torres previamente a la últimas reconstrucciones entre 1570 y 1577.
Es una espléndida fortaleza de estilo renacentista puro, con amplio patio de armas, cuatro sólidas torres rematadas en chapiteles de pizarra y dos arcos, construida mayormente en piedra y ladrillo. Los principales maestros de obra fueron Hernán González, Diego Velasco y la figura de Santa Leocadia (a quien está dedicada esta puerta) se debe a Juan Bautista Monegro. Por encima de la imagen de la Santa, podemos ver el escudo de Felipe II, en la fachada interior. En la fachada exterior volvemos a ver el mismo escudo real flanqueado por dos figuras sedentes de reyes godos.
Subimos por la travesía de San Juan de los Reyes y pasamos junto al Palacio de la Cava o de los duques de Maqueda
En la Cuesta de San Martín - que
arranca de la Puerta del Cambrón y nos conduce hasta el
Monasterio de San Juan de los Reyes - encontramos este bello
Palacio. La zona se asocia al nombre Cava. En las cercanías de
la Puerta del Cambrón y del Monasterio de San Juan de los Reyes
se encuentra este palacio construido por la familia Cárdenas,
duques de Maqueda y magistrados de Toledo entre los siglos XVI y
XVIII.
Frente a él se halla una estatua de Isabel la Católica
Continuando el recorrido nos enfrentamos al Monasterio de San Juan de los Reyes: Edificio encargado por los Reyes Católicos a Juan Guas en 1476, quien construyó uno de los templos más bellos de la ciudad de Toledo y uno de los mejores conjuntos del gótico hispano-flamenco. En su fachada principal aparece la tradicional decoración isabelina, formada por estatuas, arquerías ciegas, pináculos y bolas. En ella destacan las cadenas de los cristianos cautivos que fueron liberados por Fernando el Católico en la toma de Málaga y Baeza.
La Escuela de Artes y Oficios
de Toledo (España) se
levantó en
1882 según
proyecto de Arturo Mélida y Alinari. En el conjunto de edificios y
jardines que actualmente conocemos hay que distinguir dos momentos
muy claros. De un lado, el edificio realizado en 1882 por Mélida,
alzado sobre el segundo claustro de San Juan de los Reyes (destruido
por las tropas francesas), y de otra parte, el edificio que, aislado
del anterior, se levanta en 1925
sobre el Convento de Santa Ana, cuya capilla se conserva incorporada
al edificio actual.
La fachada cuenta con una entrada doble, que es la doble cara de un cubo maclado en plano, centrando una organización axial tan simple como rica. A los lados vemos los testeros de dos crujías cuyas cubiertas a dos aguas quedan ocultas por un sistema que consiste en alzar el plano de la fachada de modo que no se vea el ángulo formado por las cubiertas. La vistosa composición de los cuerpos laterales, con labores en ladrillo, y el monumental escudo de los Reyes Católicos, con el águila de San Juan, todo ello en cerámica vidriada, los utilizó el mismo Mélida en el pabellón español de la Exposición Universal de París de 1889. Ladrillo, piedra, cerámica vidriada, hierro, madera y todo un elenco formal de original dibujo son los materiales empleados en la fachada. Sobre la entrada, una inscripción en letra «gótica» recuerda que la Escuela se hizo «reinando Alfonso XI». Hay además otros dos accesos de curiosísima traza, cuyo tamaño y proporción contrastan con la entrada principal. En todo el edificio se mantiene esta doble proporción, por ejemplo en las amplias cajas de escaleras principales, en las espaciosas aulas y talleres, en los pequeños patios que iluminan, a través de arcos lobulados, unos pasillos largos y de techo bajo.
Por la calle de los Reyes Católicos llegamos a la Sinagoga de Santa María la Blanca.
Sinagoga de Santa María La Blanca: Presenta una estructura basilical de cinco naves estrechas, orientadas de este a oeste, siendo la central más alta que el resto, y separadas por arcadas de grandes arcos de herradura circulares y no apuntados, lo que denota una cierta influencia cristiana mozárabe. Las arcadas de grandes arcos apoyan sobre columnas octogonales de ladrillo con zócalo de azulejos. Sobre las arcadas corren arquerías ciegas de arcos lobulados con decoración en yeso de motivos vegetales y lacerías geométricas, de acento inconfundible almohade, cuyos nudos forman la estrella de David. Se cubre con un artesonado clásico mudéjar de alerce. La armadura de la nave central es de par y nudillo con remates tallados, siendo manifiestamente un producto del arte local de la carpintería artística toledana.
En Santa María La Blanca destaca
sobre todo la incomparable belleza de sus treinta y
dos pilastras, por sus capiteles con ornamentación de
tallos de piñas y volutas en composición romboidal, entre los cuales
no existe uno que sea igual al otro.
En la forma ochavada de los pilares y la disposición en "sebka" o red e rombos de los capiteles volvemos a encontrar la aportación del arte almohade. En esta obra se ha querido ver una divergencia entre la estructura de ladrillo de muros y pilares y la decoración en yeso que la recubre, como si fueran producto de distintas manos o bien, la última, algo posterior al edificio, correspondiendo en tal caso a las obras de restauración llevadas a cabo tras el incendio aludido de 1250. En cualquier de los dos supuestos es claro que la obra fue ejecutada por canteros y alarifes musulmanes, y no es, por tanto, una obra de judíos.
A la izquierda de la fotografía de abajo se encuentra La Casa del Greco. Al ser lunes está cerrada y no la podemos visitar
Continuamos callajeando hasta llegar a la Iglesia de Santo Tomé
Iglesia de Santo Tomé: La iglesia aparece ya citada en el siglo XII, aunque fue reconstruida a finales del siglo XIV por encargo del Señor de Orgaz, que añadió el actual campanario cristiano al antiguo alminar musulmán. La torre es uno de los mejores exponentes del mudéjar toledano, con cerámica vidriada y con incrustaciones de una hornacina visigótica y una cruz patada. Don Gonzalo Ruiz de Toledo, notario mayor de Castilla y señor de la villa de Orgaz, destacó por sus generosas obras de caridad, contribuyendo a la reconstrucción de iglesias parroquiales como ésta, San Justo y San Bartolomé y construyendo a sus expensas la iglesia de San Esteban del convento de los agustinos. En su testamento había ordenado ser enterrado en esta iglesia en el lugar más humilde: la última de las capillas de la nave de la epístola
En el interior del templo, podemos contemplar obras como un retablo plateresco del siglo XVI y dos barrocos, una pila bautismal de mármol del siglo XVI, una bellísima imagen de la Virgen en mármol del siglo XII, tres interesantes lienzos de Luis Tristán y dos esculturas de la escuela de Alonso Cano.
En la parte posterior del templo
parroquial, con entrada por la puerta de poniente, se encuentra la
obra cumbre de El Greco y de la pintura universal: El Entierro del
Señor de Orgaz (1586-1588), un óleo sobre lienzo de 4,80 por 3,60 m
que recoge a la perfección todas las virtudes de la genial mente del
Greco.
El cuadro fue encargado por el párroco Andrés Núñez de Madrid para perpetuar la memoria del citado benefactor. Si bien El Greco siguió las indicaciones dadas por D. Alonso, el cretense se servirá de su vasto conocimiento de la tradición iconográfica oriental para transmitir su propia visión sobre los grandes temas que integran el cuadro. El arte al servicio de un genio; un genio al servicio de la fe. En 1975, tras un concienzudo estudio científico, el cuadro mereció una notable restauración por parte del I.C.R.O.A.. Además unido a este proceso, fue desmontado de su emplazamiento original y dispuesto en el que ahora se puede contemplar.
Por la calle de Santo Tomé nos acercamos hasta la plaza del Ayuntamiento
Entrando por el arco de Palacio llegamos a la plaza del Ayntamiento. Une el Palacio Arzobispal con la Catedral. Un arco previo se quemó en 1610, siendo de nuevo construido por Juan Bautista de Monegro un año después. Es el cobertizo más amplio de Toledo y se encuentra dividido en dos en su interior. Uno de los pasillos es utilizado por el Arzobispo y el otro se utilizó hace ya tiempo para que los turistas accedieran a la torre, entrando por el Palacio y cruzando por la esquina del claustro. Ahora no se visita. La vista desde sus ventanas hacia la plaza es impresionante.
Plaza del Ayuntamiento: Esta plaza contiene dos de los palacios más relevantes de Toledo (Castilla-La Mancha) y está coronada por la majestuosa y única torre de la Catedral de Santa María. Aúna el poder político (Ayuntamiento, edificio herreriano), el religioso con la Catedral (ópera magna del Gótico español) y el Palacio Arzobispal (renacentista), unidos por el Arco de Palacio, y el judicial con el palacio de Justicia. Una escultura/estanque de la prestigiosa artista Cristina Iglesias vino a enriquecerla en el año Greco.
La Santa Iglesia Catedral
comienza a construirse en el año 1227 sobre los cimientos de la
Catedral visigoda del s. VI y que a su vez fue utilizada como
mezquita. La construcción es de estilo gótico con una clara
influencia francesa. La planta del templo es, pues, de cruz latina,
llamada de salón, por estar inscrita en el plano de un rectángulo.
El alzado marca la cruz, creando una forma vertical triangular, ya
que la nave central y el transepto tienen mucho mayor anchura y
altura que las naves laterales, siendo las naves exteriores las más
bajas. Mide 120 m de largo por 60 m de ancho. Está compuesta por 5
naves, sostenida por 88 columnas y 72 bóvedas. Las naves laterales
se prolongan por detrás de la Capilla Mayor rodeando el presbiterio
y creando una girola con un doble pasillo semicircular. Su primer
arquitecto es el maestro Martín, de origen francés, a quien se deben
las trazas de la planta y los comienzos de la obra en la cabecera
del templo.
La fachada principal cuenta con tres puertas de acceso, la del Perdón o de los Reyes en el centro, la de las Palmas o del Infierno al lado de la torre y la de los Escribanos o del Juicio lindando con la Capilla mozárabe. Otras dos son la mencionada puerta del transepto norte, llamada de la Feria, de la Chapinería, del Niño Perdido o del Reloj, colocado éste por encargo del cardenal Lorenzana, a finales del siglo XVIII para marcar las horas canónigas, de ahí que sólo tiene una manecilla. Y, finalmente la Puerta de los Leones, del transepto sur, combinando las esculturas góticas y barrocas, todas de excelente calidad.
El Palacio arzobispal
es una de las realizaciones
arquitectónicas de más vastas dimensiones de la ciudad española de
Toledo. Tipológicamente, no es
un edificio unitario, pues en él se han superpuesto varios estilos
artísticos.
En el siglo XIII Alfonso VIII dona al arzobispo don Rodrigo Jiménez de Rada unas casas situadas enfrente de la catedral. Poco a poco, este espacio se iría ampliando, por obra de los distintos prelados, que iban sucediéndose en la diócesis, conformándose el palacio, como tal, de manera progresiva. El cardenal Mendoza sería el primer prelado que, en la segunda mitad del siglo XV levantaría el primer arco de palacio o pasadizo de unión de esta construcción, con la vecina catedral. Más tarde, a partir del año 1541, se realizaron profundas remodelaciones, eligiendo, para diseñar las trazas, a Alonso de Covarrubias. El Palacio arzobispal se muestra, en la actualidad, como un complejo conjunto, con estancias orientadas al exterior, mediante numerosos vanos, que horadan las fachadas, interiormente conectadas por corredores.
Ahora otro de los recorridos que hicimos partiendo de la Puerta del Cambrón. Subimos por la calle de Las Carmelitas Descalzas.
Continuamos la subida por la
calle de Santo Leocadia hasta llegar a el Convento de Santo
Domingo el Antiguo
Llagamos al Convento de Santo Domingo el Antiguo
Convento de Santo Domingo el Antiguo: Se cree que fue el primer Monasterio-Convento que se funda en la Ciudad de Toledo en 1085. Pertenece a la orden de las monjas cistercienses de Santo Domingo de Silos que pasará a denominarse Imperial-Real, el Antiguo.
Junto al convento se encuentra la plaza del mismo nombre.
Pasamos por la Plaza de Padilla. Plaza dedicada a Juan de Padilla quien, junto a su mujer María de Pacheco, lideraron la revuelta de las ciudades castellanas contra Carlos V. Una plaza bastante amplia donde encontrarás la Facultad de Humanidades y el centro cultural San Clemente. Muy cerquita se encuentra la Iglesia de San Román y la Plaza de San Román
Iglesia de San Román: Es la iglesia conservada más significativa del denominado estilo mozárabe mudéjar toledano, caracterizado por fuertes influencias musulmanas por sus recurrentes relaciones con Al-Andalus, en contraste con la castellana del norte, a la que la Repoblación dejó aislada muy pronto. Además, gracias a una intervención en el ábside en el siglo XVI, se conforma como testimonio de la época renacentista, otro de los grandes periodos de esplendor toledano. Los vestigios históricos y artísticos del reino visigodo de Toledo, reunidos junto a los ajuares de las necrópolis de Carpio de Tajo, y excelentes reproducciones de las coronas votivas del Tesoro de Guarrazar. También pinturas románicas en las paredes de su iglesia mudéjar, de planta basilical, y con tres naves separadas por arcos de herradura califal.
Frente a la iglesia se encuentra La Plaza de San Román. Bella como ella sola con parte ajardinada y con la estatua de Garcilaso de la Vega como guardián del lugar. Rodeada de edificios importantes como el Convento de San Pedro Mártir, donde se encuentra Garcilaso de la Vega enterrado (hoy es la facultad de derecho y empresas de la UCLM), la Iglesia de San Román (de ahí su nombre y donde, en su interior, podrás ver diferentes estilos arquitectónicos.
La Plaza del Padre Juan de Mariana:
Se sitúa frente a la fachada de la
Iglesia de San Ildefonso, más conocida como "Los Jesuítas" y es uno
de los rincones más agradables del centro de la ciudad.
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