El rincón de Jesús y Mariví

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 CARCASSONE

   

Carcasona (Carcassonne en francés, Carcassona en occitano) es una comuna francesa, capital del departamento del Aude, en la región Languedoc-Rosellón, situada en el sur de Francia, a medio camino entre Perpiñán y Toulouse.  La ciudad es conocida por su ciudadela amurallada, un conjunto arquitectónico medieval restaurado por Eugène Viollet-le-Duc en el siglo XIX y declarada en 1997 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Visitamos esta ciudad que se encuentra dividida en dos partes. Una es la parte nueva, que es la zona baja de la ciudad ubicada en la orilla del Canal du Midi y la ciudad antigua donde se encuentra la fortificación más grande de Francia y que está tan bien conservada. Nosotros visitamos sobre todo la ciudad antigua.  Nos acercamos a través del puente nuevo y abierto al tráfico desde el cual podemos ver una preciosa panorámica de la ciudad fortificada, La Cité de Carcassonne.

 

Paseamos por la orilla del río hasta llegar al antiguo Puente Viejo de Piedra. Este puente de piedra que sustituyó a su homólogo feudal construido aguas arriba en otro tiempo, a su vez en el lugar del puente romano, data de comienzos del siglo XIV. La obra se ejecutaba en 1315, pero no se debió acabar antes de 1320. Se instituyó un impuesto especial para cubrir los gastos.

 

Tras pasar el puente  seguimos entre calles para subir hacia la ciudad fortificada. Erigida sobre una colina, la ciudad ya estaba ocupada en el 800 a.C, si bien fue fortificada por los romanos, quienes la convirtieron en el centro administrativo de la colonia de Iulia Carcaso. Debido a su emplazamiento estratégico donde se cruzan dos grandes vías de comunicación: del Atlántico al Mediterráneo y el Macizo Central hasta España, la ciudadela ha sufrido desde la antigüedad numerosas contiendas y conquistas. El conjunto arquitectónico medieval que hoy podemos admirar fue magníficamente restaurado por Eugène Viollet-le-Duc en el siglo XIX.

Llegamos a la explanada donde se encuentra la Ciudad Fortificada.

  

Sobre la muralla hay cuatro puertas que dan acceso al interior de La Cité, una en cada uno de los puntos cardinales. La puerta de Narbona. (Porta Narbonnaise) flanqueada por dos robustas torres gemelas sobre un foso con puente levadizo, es el acceso principal a la ciudadela. Junto a ella, el busto de la princesa sarracena Carcas (de quien toma el nombre la ciudad) nos da la bienvenida. La leyenda cuenta que una estratagema de la Dama Carcas libró a la ciudad del asedio del ejército de Carlomagno, y para celebrarlo hicieron sonar todas las campanas de la ciudad exclamando: "¡Carcas sona!"

  

Antes de atravesar la puerta principal hay que aparcar los coches, ya que tan sólo se puede acceder a pie, pero no hay problema, ya que en el exterior se han creado dos parkings gigantes en donde siempre hay sitio. La ciudadela medieval cuenta con dos recintos amurallados concéntricos con 52 torres, que hacen un total de 3 km de murallas. Por la parte alta de las murallas discurre un camino de ronda, protegido por almenas y merlones y reforzado por cadalsos, que puede recorrerse a pie.

Nada más entrar la belleza del lugar aumenta si cabe, ya que nos encontramos con un sitio repleto de callejuelas empedradas con cientos de tiendas a los lados. La arquitectura de todos los edificios es toda igual, de piedra. Si paseamos por las calles nos vamos a encontrar con numerosos restaurantes que poseen terracitas encantadoras .

    

La animación es constante a cualquier hora del día... y de la noche, especialmente en la Plaza Marcou, que aglutina un buen número de terrazas y restaurantes.

Hay numerosas placitas muy cuidadas y con un gran encanto y la mayoría de las calles nos llevan hasta los alrededores internos de las murallas. Aquí los paseos son maravillosos

     

  

 

  

          En la cara oeste de esta fortificación primitiva se apoya   El castillo  construido en el siglo XII por los vizcondes de Trencavel.  Fue modificada sin cesar a lo largo de los siglos siguientes. Hoy día es difícil hacerse una idea precisa de lo que una vez fue la sede de estos poderosos caballeros feudales.

    

  

Visitamos  La Basílica de St-Nazaire .    La primera acta auténtica que menciona esta iglesia data de 925. En 1096 el papa Urbano II llega a Carcasona y bendice las piedras de la catedral de Saint-Nazaire y de Saint-Celse. El edificio se termina en la primera mitad del siglo XII. Varias veces remodelado, el edificio pierde en 1801 su estatus de catedral, que pasará a obtenerlo la iglesia de Saint-Michel, situada en la bastida. En 1898 el papa León XIII le otorga el título de basílica.

La mayor parte de la edificación es de estilo gótico. Llaman la atención las terroríficas gárgolas que cuelgan de la fachada y el impresionante conjunto de vidrieras (consideradas de las más bellas del sur de Francia), en las que se representan escenas de la vida de Cristo y los Apóstoles.

    

Continuamos nuestra visita por todo el recinto amurallado. Aquí los paseos son maravillosos, sobre todo porque se puede ir rodeando la muralla y disfrutando al mismo tiempo de unas vistas colosales.

 

 

  Damos por finalizada nuestra visita a esta espectacular ciudad

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