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Sus
calles serpenteantes y estrechas desembocan en restos históricos
cuya importancia no pasa inadvertida. De hecho, esta villa fue
declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986.
    
La bonita y
animada plaza de Giraldo.
Esta plaza
netamente medieval lleva el nombre del libertador quien recuperó la
ciudad en el año 1165. La Plaza de Giraldo es un sitio que no debe
faltar en su recorrido por Évora. Allí el visitante descubre
edificaciones interesantes como La Iglesia de Santo Antao y el
edificio del Banco de Portugal, monumentos que muestran la
arquitectura típica portuguesa.
     
Tres murallas vigilan el casco
histórico y sus trescientos monumentos. De la cerca velha,
tan sólo quedan algunos torreones y puertas como la
Porta da
Moura.
 
Entre otros restos romanos destaca también el
reconstruido
Aqueduto da Agua da Prata
  
y, por supuesto, el
templo de Diana
: todo un superviviente después de haber sido
utilizado como matadero hasta 1870.Se compone de una pequeña
plataforma de sillería y cantos, la escalinata y más de una docena
de columnas de granito con capiteles corintios y entablamento de
mármol. No es seguro de que estuviera dedicado, como se cree, a la
diosa Diana.
  
En frente se
encuentra el convento Dos Loios convertido actualmente en
Parador Nacional. Convento del siglo
El edificio donde
está hoy la “Pousada dos Lóios” es el antiguo Monasterio de
S. Juan Evangelista o dos Lóios, de la congregación de los
canónigos regulares (canónigos azules). Fue fundado en 1485
por D. Rodrigo Melo, 1º Conde de Olivença, y construido con
licencia de D. Juan II en terrenos en los que había existido
parte del Castillo de Évora, de origen árabe. El castillo
estaba totalmente ruinoso por haber sufrido un gran incendio
durante la revolución de 1383-85 causado por la luchas de
los seguidores de D. Juan, Maestre de Avis, que subiría al
trono como D. Juan I. Ya en el siglo XVIII, se hicieron en
este monasterio muchas reformas encargadas por el Padre
Maese José de Santa Marta, ya que a su estado ruinoso se
sumaban los daños causados por el terremoto de 1755, que
afectó gravemente al edificio y a la ciudad de Évora. En
1834, con la orden real de cerrar todos los monasterios y
conventos de Portugal, este monasterio quedó deshabitado por
largo tiempo. En 1965, después de las reformas y
adaptaciones necesarias, el monasterio volvió a abrir sus
puertas como Pousada de Portugal.
   
La
catedral, dedicada a Santa María, es de estilo
romano-gótico y data del siglo XIII. La fachada
exterior fue construida en granito color rosa muy
semejante con la Se de Lisboa, aunque mucho mejor
conservada que aquella.
Es la catedral más grande de Portugal, con
tres naves de alturas desiguales y 70 m de fondo.Las
torres son cuadrangulares y la planta es de cruz
latina dividida en tres naves de siete tramos,
transepto, saliente y cabecera.
     
Por el
interior también es de gran interés.
   
La
mayoría de los monumentos son de esta época, cuando
la villa era protagonista en el escenario político,
social y cultural de Portugal. Hoy está poblada por
40.000 personas, tan sólo la mitad de entonces. Muy
cerca se encuentra el Museo Municipal, antiguo
palacio episcopal, con una gran colección de arte
flamenco-portuguesa, y la Antiga Universidade
de corte renacentista
Visitamos la
Iglesia de San Francisco
 
Más
curiosa, aunque tétrica, es la
Capela dos Ossos,
es decir, la capilla de los huesos de la iglesia de
San Francisco. Pilares y paredes cubiertos con los
restos óseos de nada más y nada menos que 500
monjes. Es, cuando menos, impresionante la
meticulosa colocación de cráneos y tibias en las
bóvedas presididas por una macabra inscripción: “Nós ossos que aqui estamos, Pelos vossos esperamos” o,
lo que es lo mismo, “nosotros, huesos que aquí
estamos, por los vuestros esperamos”.
    
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